viernes, 16 de marzo de 2012

Función del poeta en la sociedad.


Cernuda no se revelaba contra España por España, sino contra los valores, la moral, la ética que representaba la sociedad española del momento, por el hombre, por la libertad y por un sentido de justicia social al que jamás traicionó y en nombre del cual se alistó en el ejército y decidió pelear.









Cuando se muda a Madrid en junio de 1929 y allí vive hasta 1937. Participa activamente en la escena literaria y cultural de la capital española, colabora con muchas organizaciones que trabajaban para apoyar una España más liberal y tolerante y participa además en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas en Valencia.
Alberti, Neruda y Cernuda. Nunca negó su condición homosexual, factor por el que fue considerado siempre un rebelde, dada la mentalidad cerril y poco abierta de la España de Posguerra,
"un país donde todo nace muerto, vive muerto y muere muerto" como dirá en “Desolación de la Quimera”, aspecto también que le otorgaba siempre un grado de marginalidad,
"como naipe cuya baraja se ha perdido"es una de sus frases más conocidas.


Cuando se proclama la Segunda República en España (1931), Luis Cernuda se encuentra entre sus partidarios. Como ejemplo, tenemos su participación en la Misiones Pedagógicas y Culturales que organiza el gobierno de la II República desde 1934. Su compromiso político le lleva a afiliarse al Partido Comunista, aunque por breve espacio de tiempo, y también a colaborar en revistas de marcado carácter izquierdista, como es el caso de El Heraldo o la revista Octubre, fundada por Rafael Alberti. En el otoño del 36, cuando las tropas franquistas se acerquen a la capital española, se incorpora a las milicias populares y pasa algún tiempo en la Sierra de Guadarrama luchando en la defensa de Madrid. Unos meses después, se instalará en Valencia, que después de la evacuación de Madrid será la residencia oficial del gobierno republicano; en esta ciudad participa en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas.


También es de importante interés que en la obra la función del poeta Luis Cernuda entronca perfectamente con la tradición romántica, según la cual el artista aparece como un ser solitario dotado de un don sobrenatural que le permite ver y expresar lo que otros no pueden. En esta línea, Cernuda se nos presenta como un integrante de una tradición que arranca con los románticos, sobre todo con los alemanes como Hölderlin, Novalis o Heine y que en España representa la figura de otro sevillano, Gustavo Adolfo Bécquer.

El poeta es, por tanto, un “elegido”, bien sea por Dios o por el Demonio. Es un ser maldito, marginado por la sociedad, hecho del que deriva su soledad total. En el caso de Cernuda, esa condición de maldito, de diferente, viene reforzada por su forma distinta de entender el amor. Su homosexualidad choca frontalmente con los usos y las normas propias de la sociedad burguesa a la que pertenece y en la que vive. Como consecuencia del sentimiento de la diferencia, la actitud del poeta sevillano frente al mundo se definirá por la rebeldía y por el sentimiento de frustración provocado por el choque constante entre la realidad que vive y el deseo de vivir, de amar, de forma diferente.

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